Marga Gil Roësset
Antes, amiga, yo buscaba en el fulgurador ocaso grana los infinitos suficientes.
Te tendistes, por tu gusto, bajo la tierra, entre el ocaso y yo, sangrienta como una puesta loca de sol retardado en la negra noche.
Ahora tú eres un fijo ocaso, una llama perene, un infinito suficiente.
Juan Ramón Jiménez
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