12 jul 2015







Marga Gil Roësset



















Antes, amiga, yo buscaba en el fulgurador ocaso grana los infinitos suficientes. 
Te tendistes, por tu gusto, bajo la tierra, entre el ocaso y yo, sangrienta como una puesta loca de sol retardado en la negra noche. 
Ahora tú eres un fijo ocaso, una llama perene, un infinito suficiente.
Juan Ramón Jiménez

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